entra la blanca luz de la luna
y ella me trae recuerdos
de noches ya olvidadas.
La noche, sigilosa,
trae recuerdos de caricias perfectas,
de lugares secretos,
de sensaciones ya enterradas.
Los recuerdos se han llevado mi sueño
y me han dejado a solas conmigo,
a solas con remembranzas de dulces fragancias
y de besos ahora distantes y perdidos.
No espero a que el sueño acuda a mí,
aunque aquí, entre las sábanas y el frío,
los recuerdos sean insufribles
hasta que la oscuridad se disuelva
y el sol, borrando el espejo de la luna, aparezca.
Yo no espero al sueño,
ni siquiera ambiciono con que alguna noche llegue.
Hoy, si tengo suerte,
me dormiré antes del alba.
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