domingo, 2 de noviembre de 2014

Una despedida; a veces un adiós, a veces un hasta luego



Hablar de las situaciones que nos causan tristeza, usualmente se nos torna incómodo y explicar los motivos de nuestra pena nos resulta difícil. Sin embargo, no existe nada mejor para nuestra salud emocional que expresarnos libremente. 
Si algo he aprendido en la vida es que hoy tenemos la compañía de nuestros seres queridos pero mañana, no lo sabemos; es imposible tener la certeza de esto, pero por más duro que sea, es lo único que tenemos asegurado en la vida. Por decirlo de algún modo, es el único hecho con el que debemos aprender a vivir. 
Así que hoy le escribo a lo difícil que puede llegar a ser una despedida, ya que todos en la vida hemos tenido que afrontar despedidas de seres queridos las cuales nos han destrozado por completo en nuestro interior y nos han hecho vivir calvarios de ausencia. ¿Quién no ha sufrido al tener que despedirse de un familiar, de una mascota, de un amigo o de una pareja? Lamentablemente este sufrimiento se torna insoportable en algunos casos.
Una despedida puede ser un adiós o un hasta luego, dependiendo de la circunstancia. No obstante, no importa qué clase de despedida sea, ambas duelen por igual ya que no es fácil resignarse a no volver a ver a un ser que tanto queremos, ya sea por un lapso corto o para siempre, con el cual hemos vivido tantas experiencias importantes e inolvidables.
Cuando hemos atravesado una separación dolorosa con un ser querido, comprendemos que debimos haber aprovechado al máximo el tiempo que lo tuvimos a nuestro lado; debimos haber aprovechado el "mientras tanto", pero muchas veces esto no fue así, entonces la separación nos duele mucho más dado que sentimos que no dimos lo mejor durante el tiempo que tuvimos la oportunidad de hacerlo.
¿Cuántas veces nos hemos reprochado a nosotros mismos por las cosas que no hicimos, por las palabras que no dijimos o por los sentimientos que no demostramos cuando era preciso hacerlo? Rememoramos y nos reprochamos. Y es en ese preciso instante cuando comprendemos que no hay mayor satisfacción en la vida que el sentimiento de haber hecho las cosas bien y estar tranquilos al vivir con la certeza de haber dado lo mejor de nosotros.
Ahora bien, pese a lo mucho que duelan ciertas ausencias, debemos ser conscientes de que nadie es indispensable en nuestra vida. Por más que queramos a alguien y ya no esté a nuestro lado, habremos de levantar la vasta vida; recetándonos alegrías, sueños, metas y un sinfín de razones por las cuales seguir adelante. 
Por lo tanto, mientras tenemos en nuestra vida a los seres que tanto queremos debemos aprovechar al máximo el tiempo junto a ellos ya que no sabemos cuándo dejaremos de gozar de su compañía, pero también deberemos aprender a disfrutar del tiempo cuando ya no los tengamos junto a nosotros aunque a veces el silencio convoque nostalgias y nos arranque lágrimas mudas.

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