Hoy la entrada del blog es un poco distinta a las anteriores. Hace unos días tuve el gusto de leer un poema de Jorge Luis Borges, uno de mis escritores favoritos, y dicho poema se quedó en mi mente dando vueltas y vueltas, en especial el inicio de este ya que dice: " He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz." El poema es el siguiente:
El remordimiento
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.
Cumplida no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
Al tener grabado este poema en mi mente, decidí buscar información sobre él; por qué el escritor lo había escrito. Por suerte encontré esta entrevista dónde el autor cuenta el motivo que lo hizo escribirlo:
- Bueno, ese poema yo lo escribí a la semana de la muerte de mi madre. Yo pensé que me hubiera sido más fácil ser más bueno con ella. De modo que convendría que pensáramos en interlocutores mortales y que conviene ser buenos con ellos. Pero siempre nos olvidamos de eso. Cuando mi madre murió sentí mucho remordimiento. Remordimiento de no haber sido feliz. No por mí. Uno debe ser feliz no por uno mismo sino también por las personas que lo quieren. ¿Qué me costaba simular la felicidad? No, más bien yo la abrumaba con quejas y malhumores.
Al leer esta entrevista pensé que es increíble cómo día a día, entre tantos problemas y estrés, nos olvidamos de ser felices. Nos olvidamos de valorar a los seres que tanto nos quieren y a los cuales queremos tanto. Nos olvidamos de disfrutar las pequeñas alegrías que nos regala la vida día con día. Nos olvidamos de valorar más los aspectos positivos de nuestra vida y le damos prioridad a los aspectos negativos. Quejarnos se nos vuelve un hábito. Nos olvidamos que nada es para siempre y que "siempre" a veces dura sólo un segundo.
Así que a partir de hoy valoraré los pequeños detalles que hacen maravillosos los días. Hoy cambio de actitud, hoy decido ser feliz. Lo decido por mí. Lo decido por los seres que me quieren.