jueves, 13 de noviembre de 2014

Hoy decido ser feliz


Hoy la entrada del blog es un poco distinta a las anteriores. Hace unos días tuve el gusto de leer un poema de Jorge Luis Borges, uno de mis escritores favoritos, y dicho poema se quedó en mi mente dando vueltas y vueltas, en especial el inicio de este ya que dice: " He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz." El poema es el siguiente:

El remordimiento

He cometido el peor de los pecados 
que un hombre puede cometer. No he sido 
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. 

Cumplida no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías. 

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.



Al tener grabado este poema en mi mente, decidí buscar información sobre él; por qué el escritor lo había escrito. Por suerte encontré esta entrevista dónde el autor cuenta el motivo que lo hizo escribirlo: 

- Bueno, ese poema yo lo escribí a la semana de la muerte de mi madre. Yo pensé que me hubiera sido más fácil ser más bueno con ella. De modo que convendría que pensáramos en interlocutores mortales y que conviene ser buenos con ellos. Pero siempre nos olvidamos de eso. Cuando mi madre murió sentí mucho remordimiento. Remordimiento de no haber sido feliz. No por mí. Uno debe ser feliz no por uno mismo sino también por las personas que lo quieren. ¿Qué me costaba simular la felicidad? No, más bien yo la abrumaba con quejas y malhumores.

Al leer esta entrevista pensé que es increíble cómo día a día, entre tantos problemas y estrés, nos olvidamos de ser felices. Nos olvidamos de valorar a los seres que tanto nos quieren y a los cuales queremos tanto. Nos olvidamos de disfrutar las pequeñas alegrías que nos regala la vida día con día. Nos olvidamos de valorar más los aspectos positivos de nuestra vida y le damos prioridad a los aspectos negativos. Quejarnos se nos vuelve un hábito. Nos olvidamos que nada es para siempre y que "siempre" a veces dura sólo un segundo.
Así que a partir de hoy valoraré los pequeños detalles que hacen maravillosos los días. Hoy cambio de actitud, hoy decido ser feliz. Lo decido por mí. Lo decido por los seres que me quieren.








domingo, 2 de noviembre de 2014

Una despedida; a veces un adiós, a veces un hasta luego



Hablar de las situaciones que nos causan tristeza, usualmente se nos torna incómodo y explicar los motivos de nuestra pena nos resulta difícil. Sin embargo, no existe nada mejor para nuestra salud emocional que expresarnos libremente. 
Si algo he aprendido en la vida es que hoy tenemos la compañía de nuestros seres queridos pero mañana, no lo sabemos; es imposible tener la certeza de esto, pero por más duro que sea, es lo único que tenemos asegurado en la vida. Por decirlo de algún modo, es el único hecho con el que debemos aprender a vivir. 
Así que hoy le escribo a lo difícil que puede llegar a ser una despedida, ya que todos en la vida hemos tenido que afrontar despedidas de seres queridos las cuales nos han destrozado por completo en nuestro interior y nos han hecho vivir calvarios de ausencia. ¿Quién no ha sufrido al tener que despedirse de un familiar, de una mascota, de un amigo o de una pareja? Lamentablemente este sufrimiento se torna insoportable en algunos casos.
Una despedida puede ser un adiós o un hasta luego, dependiendo de la circunstancia. No obstante, no importa qué clase de despedida sea, ambas duelen por igual ya que no es fácil resignarse a no volver a ver a un ser que tanto queremos, ya sea por un lapso corto o para siempre, con el cual hemos vivido tantas experiencias importantes e inolvidables.
Cuando hemos atravesado una separación dolorosa con un ser querido, comprendemos que debimos haber aprovechado al máximo el tiempo que lo tuvimos a nuestro lado; debimos haber aprovechado el "mientras tanto", pero muchas veces esto no fue así, entonces la separación nos duele mucho más dado que sentimos que no dimos lo mejor durante el tiempo que tuvimos la oportunidad de hacerlo.
¿Cuántas veces nos hemos reprochado a nosotros mismos por las cosas que no hicimos, por las palabras que no dijimos o por los sentimientos que no demostramos cuando era preciso hacerlo? Rememoramos y nos reprochamos. Y es en ese preciso instante cuando comprendemos que no hay mayor satisfacción en la vida que el sentimiento de haber hecho las cosas bien y estar tranquilos al vivir con la certeza de haber dado lo mejor de nosotros.
Ahora bien, pese a lo mucho que duelan ciertas ausencias, debemos ser conscientes de que nadie es indispensable en nuestra vida. Por más que queramos a alguien y ya no esté a nuestro lado, habremos de levantar la vasta vida; recetándonos alegrías, sueños, metas y un sinfín de razones por las cuales seguir adelante. 
Por lo tanto, mientras tenemos en nuestra vida a los seres que tanto queremos debemos aprovechar al máximo el tiempo junto a ellos ya que no sabemos cuándo dejaremos de gozar de su compañía, pero también deberemos aprender a disfrutar del tiempo cuando ya no los tengamos junto a nosotros aunque a veces el silencio convoque nostalgias y nos arranque lágrimas mudas.

viernes, 24 de octubre de 2014

La desmemoria

Todas las personas hemos vivido experiencias maravillosas que nos llenan de alegría el alma y hacen dibujar una sonrisa en nuestro rostro con sólo recordarlas, pero también hemos vivido experiencias no tan gratas; las cuales hoy en día son recuerdos que preferimos evitar ya que nos llenan de tristeza, de vergüenza o de enojo. Por suerte, podemos notar que con el paso del tiempo los malos recuerdos pierden fuerza en nuestra memoria y con cada día que pasa aprendemos a vivir con ellos de la mejor manera posible, afrontando lo que sentimos con valentía.
Los recuerdos siempre acudirán a nuestra mente y se harán presentes en todo momento, ya que cada una de nuestras vivencias constituyen lo que somos en el presente. Cada experiencia, ya sea buena o mala, se convierte en una lección aprendida que nos enseña a vivir.
Muchas veces deseamos olvidar y empezar desde cero, sin embargo, esto no es posible ya que el olvido está lleno de memoria. Sí, tal como lo argumenta el escritor uruguayo Mario Benedetti, ocurre que el pasado es siempre una morada y no existe olvido capaz de demolerla.
Si deseamos vivir un presente en paz con nosotros mismos, debemos estar en armonía con nuestro pasado pero esta armonía sólo la logra el paso del tiempo. La vida no se trata de obligarse a sí mismo a aniquilar nostalgias, de negarse a los sentimientos que nos embargan ni mucho menos de intentar remendar cicatrices cuando la herida aún no ha sanado.
La vida es un largo camino lleno de obstáculos y por lo tanto, si vemos hacia atrás, veremos cuánto hemos tropezado. No obstante, lo realmente importante en la vida es tomar lo mejor de cada situación y utilizarlo para nuestro crecimiento personal.
Sin lugar a duda, no existe experiencia tan mala que no sea capaz de dejarnos una buena enseñanza.